Siempre digo en mis sesiones que cuando una empresa te llama para hacerte una entrevista te está comunicando que, tras comprobar tu experiencia y tu formación, "inicialmente" el puesto de trabajo podría ser tuyo. Y entrecomillo "inicialmente" porque la selección de personal no depende sólo de la experiencia y la formación, sino que en la entrevista entran en juego otra serie de competencias que pertenecen más al terreno de lo personal y que muchas veces tienen más peso que las puramente profesionales.
La primera de esas otras competencia que debe ponerse en práctica es la propia habilidad para causar una buena impresión en la persona que va a entrevistarnos. Numerosos estudios concluyen que se necesitan tan solo 20 segundos para formarnos una primera impresión de la persona que tenemos delante por primera vez. En esos pocos segundo el entrevistador decide si continua entrevistándote o si, por el contrario, no merece la pena dedicarte más tiempo.
Querámoslo o no, lo primero que acapara la atención en un primer encuentro es el aspecto físico, en segundo lugar se le da importancia a la comunicación no verbal (gestos, posturas,...) y por último a lo que decimos. La imagen que se transmite a través de la imagen externa es el 90% de la primera impresión que se causa.
Lo que se lleva puesto en ese momento, el contacto visual, la postura, el peinado, el maquillaje, el perfume, el apretón de manos, etc. son elementos que cobrarán especial importancia en esos primeros minutos. Así pues, debes empezar por controlar esa situación, controlar esos elementos para que en conjunto ofrezcan la imagen de seriedad que necesitas dar. No me refiero a adoptar un determinado papel sino a adecuar nuestra imagen al puesto de trabajo al que aspiramos. Ten siempre presente que vas a una entrevista, no vas a una fiesta, ni a una boda ni a hacer deporte. Muestra, simplemente, una imagen discreta y acorde con la situación.
Una vez que pasamos el primer filtro de lo físico y el entrevistador ha decidido indagar más sobre nosotros, comienza a cobrar importancia el contenido de nuestro discurso. No es infrecuente que en ese punto la entrevista comience con una pregunta del tipo "hábleme de usted". No repitas aquello que el entrevistador pueda leer en tu currículum. Puedes permitirte hacer un breve repaso a los aspectos formativos o de experiencia más interesantes pero procura centrarte en aquellos beneficios que aportarás a la empresa tanto en el presente como en el futuro. Evidentemente esta información deberás transmitirla con un adecuado tono emocional que ponga de manifiesto la seguridad en ti mismo/a, la confianza en tus capacidades y el entusiasmo por el trabajo que quieres conseguir.
No te la juegues. Cambiar una primera impresión en las situaciones sociales puede ser posible pero difícil, costoso y lleva su tiempo. No ocurre lo mismo en una entrevista de trabajo, allí esa segunda oportunidad no existe.
De ti depende y recuerda que "no hay una segunda oportunidad para una primera impresión"